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111

VOCES ENTRE MILES PARA DECIR

NUNCA MÁS

Marzo 24, 2020 20:25

Investigaciones - Informes
 

A 42 AÑOS DEL ÚLTIMO GOLPE MILITAR


MONAREFA *

24 de marzo del 2018


Como todos los años, desde antes de cumplirse el 30 aniversario del último golpe militar, nos pusimos a trabajar para recrear una de las nóminas más dolorosas que es reconocer con nombre y apellido, fecha de desaparición o muerte, si fue asesinado, de cada uno de los obreros y trabajadores ferroviarios y ferroportuarios.
El primer trabajo nos llevó a reconocer más de 80 trabajadores, posteriormente, desde la Secretaría de Prensa del MONAREFA, seguimos andando este camino sinuoso y golpeado por una historia repleta de sangre.
Nuestro trabajo continuó y hoy con la colaboración de ferroviarios activos, un inmenso cartel los recuerda a cada uno de ellos.
En este nuevo trabajo agregamos algunas de sus imágenes, pocas pero que nos muestran aquellos hombres y mujeres que ya no están más.
También hemos seguido las identificaciones realizadas por el Equipo Argentino de Antropología Forense y aquellos datos, pequeños recuerdos u homenajes que pudieran realizar quienes los conocieron, no son muchos, pero hay algunos y nos parece que todo ello nos acerca más a estos trabajadores que regaron con su sangre esta madre tierra.

Para finalizar, solo decir que todas las dictadura fueron feroces, ésta última resumió lo peor de las represiones y no importó que fueran los trabajadores y obreros perseguidos peronistas o de otras corrientes partidarias, simplemente porque los factores de poder reconocieron solo un enemigo: el trabajador organizado que luchaba contra las burocracias sindicales y que vivió y murió por un mundo, por un país mejor y más justo.

• Por el MONAREFA: Juan Carlos Cena y Elena Luz González Bazán


 

Ferroviarios

y

Ferroportuarios

detenidos desaparecidos asesinados

 

 

 

FERROVIARIA IDENTIFICADA

INFORME COMPLETO

 


 

 

LEGAJOS LABORALES REPARADOS

En diciembre del 2016 se entregaron los legajos laborales reparados corresponden a trabajadores de Ferrocarriles Argentinos y uno de Vialidad Nacional. Se trata de:

Néstor Albino Acosta, Carlos Raúl Racagni, Graciela Haydee Torres, Sixto Francisco Salazar, Enrique Ramón Cobacho, Raúl Hugo Decurges, Miguel Ángel Horton, Gilberto Alfredo Mesa, Rómulo Miguel Moreno, Mario Rinaldi, Hugo Rafael Ángel Grimald, Carlos Raúl Parra, Víctor Vázquez, Egidio Battistiol, Héctor Pablo Noroña, Enrique Pastor Montarcé, Juan Carlos Catnich, Enrique Horacio Gómez, Carlos Moreno y Alberto NoeBayarsky.

 

LA NÓMINA FERROVIARIA Y FERROPORTUARIA

LA INVESTIGACIÓN REALIZADA A 30 AÑOS DEL GOLPE Y ACTUALIZADA AL 2015

INVESTIGACIÓN COMPLETA

Este primer trabajo se realizó al cumplirse 30 años del golpe de Estado, hemos venido trabajando y por eso, actualizamos la información que tenemos de cada uno de ellos. Sus fotos y en sus rostros las ilusiones y sueños que tuvieron...

No tenemos las fotos de los 111, no tenemos toda la información actualizada, pero vamos trabajando y es una forma de NO OLVIDARLOS...

 

MANUEL JULIO DÍAZ

Estaba casado
Era santiagueño
Trabajaba de carpintero para el Ferrocarril Gral. Belgrano
Fue secuestrado en su domicilio en Tafi Viejo, Tucumán.

 

VIRGINIA MONZANI

casada con CARLOS ALBERTO ANDISCO

Detenidos-desaparecidos el 11 de febrero de 1977. Vistos en el Centro Clandestino de Detención y exterminio- Comisaría de Castelar.

Conocí a Virginia y Carlos en el momento y en el lugar equivocado. En el Centro Clandestino de Detención y Exterminio que funcionó en la comisaría de Castelar bajo las órdenes de las Fuerzas Armadas durante la última dictadura.

Lamento no haberlos conocido antes. Llevaba un tiempo ahí, después de haber pasado por otros centros clandestinos de la zona oeste cuando los trajeron una tarde. Lamento no haberlos conocido antes ni en otro lugar porque ahí tuvo la oportunidad de conocer a dos personas, a dos compañeros excepcionales. Maravillosos. Entregados a los otros.

Carlos estaba lleno de vida y contagiaba su energía.

Virginia era dulce y tierna y siempre tenía una palabra de aliento para el que se sentía abatido.

No se rendían. No claudicaban. Siguieron siendo ellos mismos, íntegros y enteros convencidos de su lucha.

Virginia era de las primeras en despertarse y desearnos los buenos días cargados de esperanza. En preocuparse por el estado de ánimo de cada uno.

Cuando la guardia estaba tranquilo o los miembros de la "patota" no estaban trabajando en la Comisaría podíamos comunicarnos por debajo de las puertas blindadas de las celdas. Conversar, charlar, cantar tratando de llenar el vacío de las horas muertas.

Virginia solía preguntarme, con su dulce y suave voz, cuando no estaba muy comunicativo ni participaba en las charlas:

¿Por qué estás tan "cayado" Rubén? ¿Estás triste? ¿Querés que te cante algo?

Y yo, siempre, le pedía que cantara "Palabras para Julia".

A pesar de los pesares.

No sé si afinaba o no, pero su canto me sonaba lo más parecido, si es que existen, y creo que no, al canto de los ángeles.

Ella cantaba como ninguna en medio del profundo silencio que nos embargaba. Pensando en tí. Ella pensaba en mí. Alguien pensaba en mí. En cada uno de los prisioneros acurrucados en la soledad de nuestras celdas oscuras, lúgubres y húmedas. Pensando en tí. En Pablo. Como seguramente ella pensaría en él, en su hijo, casi recién nacido, cuando cantaba esas palabras. En los hijos de los hijos. En el futuro. Como yo ahora pienso.

¿Alguien, afuera, en esa otra vida, pensaría en nosotros?

Seguro que sí.

Su dulce voz llenaba el vacío de ese tiempo detenido.

Ese tiempo cargado de espanto. En medio del horror, el hambre y la sed, de la muerte segura.

Cuando terminaba de cantar, en medio del silencio y la emoción contenida me preguntaba si me había gustado. Sólo le podía decir: ¡Gracias!

Así es que, a pesar de los pesares, también celebrábamos la vida y la esperanza. Porque a pesar de su intento de destruirnos física y psíquicamente no lograron convertirnos en bestias y seguíamos manifestando nuestra escencia humana.

También recuerdo, en medio de tanto horror y espanto, momentos de increíble felicidad como cuando Virginia nos comentó entre llantos, que había podido hablar con su madre y que ella le había asegurado que su hijo Pablo estaba con ella.

Para los detenidos que tenían hijos eso era un dolor, una tortura añadida. Para Carlos y Virgina como para Osvaldo, Puchi, Sopa. Como para Cori, que ya tenía una niña y estaba embarazada. Como para Liliana y Tatacho que esperaban su primer bebé.

La patota solía entrar golpeando las puertas a los gritos diciendo que nos teníamos que olvidar que teníamos familia e hijos. Que todos los chicos serian entregados a familiar normales y cristianas.

Por eso todos lloramos de emoción y felicidad cuando Virginia nos contó que Pablo estaba con sus abuelos. A salvo. Chiquito. Bebito. Tiernito. Con su familia. Vivo.

¿Qué tiempo tendría en esos momentos el pequeño Pablo? Un mes. Un mes y medio. Dos, tal vez. Tal vez dos, dos meses.

Carlos estaba en ese momento en la misma celda. Y durante el relato de Virginia me agarraba muy fuerte del brazo y entre lágimas atinaba a decirme: ¡Está vivo! ¡Pablo está vivo! ¡Está con los abuelos!

Recuerdo, imagino a Virginia con los ojos vendados y las manos atadas sentada en el altillo de la comisaría que los miembros de la patota utilizaban como sala de interrogatorio. Recuerdo el aliento entrecortado de Carlos mientras oíamos su relato. Virginia sintió el frío metálico de una pistola sobre su cien izquierda y algo que no pudo identificar en un primer momento en su oreja derecha. Era el auricular de un teléfono y a través de él oyó la voz familiar de su madre. Estaba hablando por teléfono con su madre. Ella atinó a decir quién era y, siguiendo las indicaciones que le daban, que estaba bien, en el extranjero, y, saltando las indicaciones que le daban logró preguntar por su hijo, por Pablo y alcanzó a oír que su madre le decía que estaba bien, que estaba con ella y antes que le cortaran la comunicación pudo decirle a su madre que lo cuide mucho. A él. A su hijo. A Pablo.

Carlos, como los otros padres, no dejaba de preguntarse por la suerte corrida por su hijo.

Y como no sabían si volverían a verlos nos hicieron prometer a todos que si alguien salía con vida de ahí, algun día, cuando fuese, aunque pasasen años, haríamos todo lo posible y lo imposible para buscarlos y decirles que sus padres lo recordaban siempre y que sus últimos pensamientos estuvieron dedicados a ellos. A sus hijos.

En muy pocas ocasiones pude verla. Nos encontramos alguna tarde que nos dieron unos minutos de recreo en el patio cubierto que daba a la gran celda con rejas y nos dejaron levantarnos las vendas que cubrían nuestros ojos.

La volví a ver otra tarde, al final del pasillo junto a nuetras celdas. Yo estaba con Carlos, con Puchi y Sopa al final del corredor junto a la última celda y la ví, como a lo lejos, recostada sobre el alfeizar de la ventana que daba al patio continguo charlando animadamente con Cori.

Nos dijeron que nos quedásemes quietos, que no nos moviéramos de donde estábamos y que hablásemos en voz baja y que podíamos levantarnos las vendas y que no hiciéramos "cagadas". ¿Qué podríamos hacer, en el estado en que nos encontrábamos? ¿Qué "cagada" podíamos hacer en esas circunstancias? Débiles, mareados, golpeados y sin fuerza para nada.

Y la vi. Las ví. Cori, chiquita como era, con su panza inmensa porque ya estaría de seis o siete meses de embarazo, hablaba con Virginia. No sé por dónde entraban unos rayos de sol que iluminaban sus rostros. Las dos hablaban y sonreían. ¿De qué hablarían tan animadamente? ¿De qué sonreirían? Me parecían dos madres primerizas sentadas en el banco de un parque en una tarde soleada. Me parecía la imagen de la vida y la esperanza. Las dos, tan llenas de vida y esperanza. Sonriéndole al futuro.

Fue la última vez que las vi.

Unas semanas después entraron golpeando las rejas y gritando mi nombre. Puchi, que estaba junto a mí, me dijo que seguramente me iban a legalizar y me deseó suerte. Carlos alcanzó a susurrar, mientras me abrazaba, un hasta siempre.

Nunca más volví a verlos.

Treinta años después, a pesar de los pesares, pude encontrarme con Pablo. Con el hijo de Carlos y Virginia. Porque la vida, como la lucha, a pesar de los pesares, continúa.

Rubén

Fuente: historias de vida - 1° de abril del 2009.

 

VÍCTOR HUGO PACIARONI

Trabajaba en el Ferrocarril Mitre.

Estuvo detenido desde el 24/4 al 16/6/1974 por realizar una “pintada” a favor de la lista Marrón del Smata Córdoba, en la esquina de San Luis y La Cañada, en la ciudad de Córdoba. En el año 1974 se desempeñó como Secretario General del Centro de Estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Córdoba, donde estudiaba arquitectura. Era militante de Vanguardia Comunista.

Luego vino su desaparición. Los últimos registros es que fue visto en el CCD La Perla y en la Cárcel Penitenciaria de Córdoba por última vez en julio o agosto de 1977.

 

CARLOS RAUL RACAGNI GALVAN

Identificado por el Equipo Argentino de Antropología Forense en el 2015. Sus restos fueron hallados en el cementerio La Piedad. Había sido enterrado bajo el nombre de "Juan José Martínez".

 

JAIME ABRAHAM RAMALLO CHÁVEZ

Desapareció por primera vez el día 07/07/77, apareciendo después de varias horas en la Comisaría del Puerto de Buenos Aires. Cuando concurrí a dicho lugar y pregunté con respecto a los motivos de su detención, me fue respondido que sólo se trataba de averiguación de antecedentes, pero al solicitar autorización para verlo y alcanzarle algunos alimentos, dicho permiso me fue denegado, aduciendo que Jaime recuperaría su libertad a las 48 horas a partir de su detención, solicitándome asimismo que me retirara.

Efectivamente, Jaime recuperó su libertad dentro del plazo referido, relatándome que había sido secuestrado, le habían vendado los ojos, subido a un vehículo y "paseado" por diversos lugares, siendo sometido a innumerables golpes (huellas que efectivamente pude observar cuando fue dejado en libertad) y apareciendo finalmente en la Comisaría del Puerto. Con posterioridad me enteré que Jaime había enviado una carta al Director del Hospital relatándole que conocía la identidad de las personas que lo habían secuestrado, cuestión que fue reprobada por el abogado que lo asistió en su detención, aduciendo que esa actitud podía provocar que lo detuvieran nuevamente.

Jaime desapareció definitivamente el 22/07/77, en momentos en que se retiraba del Hospital Ferroviario, donde se desempeñaba como enfermero. Unas horas antes, también había sido detenido el Dr. Jorge FERREYRA (puede ser con "i" latina), identificándose quienes lo secuestraron como pertenecientes a Toxicomanía de la Policía Federal. Por lo que yo sé, el Dr. FERREYRA -al igual que Jaime- nunca más apareció. Tiempo después, mi hermano pudo averiguar -merced a contactos que él tenía- que quien había solicitado ese día autorización para operar en dicha área, era la ESCUELA DE MECANICA DE LA ARMADA".

 

HUGO ARNALDO VEGA

Sus restos fueron encontrados en el Pozo de Vargas, la información se conoció el 9 de junio del 2017, junto a él se reconocieron otros 18 rstos óseos.

Su nieto sostuvo: Facundo Vega (nieto de Hugo Vega): “Conocer la verdad nos hace crecer... llegó a mi familia una noticia que despierta sentimientos de dolor y tristeza. Los restos de mi abuelo Hugo Arnaldo Vega ferroviario detenido desaparecido en la última dictadura militar, fueron hallados en el Pozo de Vargas (una fosa común clandestina)... Es increíble saber de tanta crueldad, saña y odio con la que actuaron estos genocidas. Fueron muchos los amigos que hoy me consultaron ni bien se hizo pública la noticia , gracias. Tengo mucho para pensar y mucho para decir.. MEMORIA ,VERDAD y JUSTICIA. Muchas gracias Camit Tucumán y a todos los que hacen posible esta investigación tan valiosa para los familiares y la historia”.

Testimonio brindado en Desaparecidos.org.

 

EL NEGRO GRIMALD

INFORME COMPLETO

Desaparecido junto a su mujer: María Virginia Monzani Goenaga

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